“En aquella época creíamos ciegamente en algo, éramos capaces de creer ciegamente en algo. Esa emoción no puede haberse desvanecido del todo”
Los años de peregrinación del chico sin color no es la mejor novela de Haruki Murakami pero está bien. Alejada del surrealismo que salpica cada página de 1Q84, por ejemplo, esta es una obra dulce, se lee bien, rápido, y a mí me ha gustado, pero no deja de parecerme una historieta al lado de la profunda obra del japonés. No tiene demasiados nudos ni subtramas. No hay pozos secos. Ni gatos. Ni apenas jazz. Pero está bien para catar, para posar el primer pie en el mundo pop del japonés. Porque eso está ahí. Como un latido, en cada una de sus páginas. Los años de peregrinación, entonces, es una novela adecuada (corta, con una historia sencilla, pero contada por Murakami, es decir, un sota-caballo-rey al estilo culto-pop) para regalársela a alguien que no conozca su universo y quiera hacerlo, para introducirlo sin que alucine y se atragante, sin que huya de los pozos secos, los gatos sueltos y esas páginas que destilan jazz. Más…