“Fuera, por la calle, se acerca una sirena, pasa, va dejándose de oír, se convierte en un insecto, se muere. Noche, vaciedad, pero silencio, no”
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Sam Savage me impresionó hace seis años con Firmin. Ese ratón que al nacer se alimentó de letras, de los libros guardados en la estantería más alta de una librería, para marcar su sino. Ya nunca podría llevar una vida de ratón, sin más. El amor por la cultura, por Fred Astaire, por los libros me caló hasta el tuétano. Y mientras él soñaba con la vida que no le pertencía, su mundo se derrumbaba hasta convertirse en polvo, cenizas esparcidas en el viento, nada. Firmin es uno de mis libros referencia. Uno de esos diez que te marcan, que volverías a leer una y otra vez hasta saber todas sus frases de memoria. Si no lo habéis leído, deberíais hacerlo ya. La persona que lo cierra es diferente de la que lo empezó. Y todo por ese ratón, tan pequeña cosa y a la vez tan grande, que te enternece, que te cala. Más…